lunes, 25 de junio de 2012

A merced de las brujas


Las actrices debutan con Las Brujas de Salem, el clásico de Arthur Miller en el Teatro Broadway. Una puesta de época con temas tan actuales como la moral, el amor, la intolerancia y la verdad.

Hay una flor que a Rita Cortese le sirve como metáfora para explicar el sentido político de la obra Las brujas de Salem, el estreno más reciente en Buenos Aires y que asume el desafío de llevar un texto clásico inspirado en una historia del siglo XVII y con 23 actores en escena al teatro comercial. Cortese dice que los budistas se valen de la flor de loto para hablar de la naturaleza del ser humano, porque es una planta que nace del barro y, sin embargo, sus pétalos son muy blancos y puros. “En nosotros habita todo: lo muy bajo y lo muy alto. Eso se ve en esta obra”, dice la actriz, de voz melancólica y tanguera.

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Llevar Las brujas de Salem al teatro implica hacer un viaje ancestral: los actores deben trasladarse a una sociedad rural estadounidense en 1692 para contar la historia de una sociedad teocrática. Por eso, mientras Tiempo Argentino conversa con Rita Cortese, Julia Calvo y Lali Espósito, hay que acostumbrase a ver a Roberto Carnaghi caminar por los pasillos del Teatro Broadway vestido con una sotana marrón, o a Carlos Belloso pasar con unos tenebrosos ojos artificiales celestes, mientras hace chistes con los técnicos sobre la locura de su personaje. Se trata de la obra más política y social de Arthur Miller, que escribió en 1952 (ver recuadro). La escena transcurre en Salem, Massachusetts, donde vive una pequeña comunidad dedicada al servicio de Dios y al cultivo de la tierra. Allí, un grupo de jovencitas –cohibidas e irritadas por la sofocante atmósfera a la que las someten sus mayores– se ponen a bailar desnudas en los bosques. Una de ellas, Abigail (Lali Espósito) hace un maleficio para que muera John Proctor (Juan Gil Navarro) un hombre casado, de 40 años, con quien ella perdió su virginidad. Las chicas son descubiertas y quedan calificadas como brujas, pero ellas se justifican acusando a otros vecinos. Así, todo el pueblo es víctima de una histeria colectiva, en la que comienzan a acusar a inocentes.

–Es una obra de un gran despliegue de recursos, personajes y locaciones. ¿Cómo hicieron para reconstruir ese mundo?
Rita Cortese: –Nos documentamos con muchas imágenes y tuvimos un historiador, que nos ubicó en ese contexto.
Julia Calvo: –Nos ubicó en la época y específicamente con lo que fue la caza de brujas. Nos acercó un documento histórico que explica qué fue de la vida de cada uno de estos personajes, que existieron. Son cosas que no aparecen en la obra de Miller.
Lali Espósito: –Para mí fue muy importante saber que Abigail termina asesinada a sus 20 años. Con ese dato, le agarré más cariño para hacer la obra. Se me convirtió mucho más en un alma en pena. Fue muy enriquecedor.
R.C: –Cuando uno aborda temas tan lejanos, es fundamental ubicarse en la época, en este contexto estadounidense y en un pueblo que existió y que fue poblado por ingleses.

–¿Cómo es el personaje de cada una?
R.C: –Mi personaje es inglesa y es una de las primeras habitantes de Salem. Se llama Rebecca Nurse, tiene más de 60 años y muchos hijos y nietos. Es una de las fundadoras de Salem y la representante del bien puritano en la época. Yo represento el bien de Dios, y lo digo con esta aclaración, porque creo que esta obra habla del bien y del mal. La pieza está escrita en una sociedad estadounidense de los años cincuenta, que para mí se encuentra en las antípodas de lo que estamos viviendo hoy en la Argentina. Acá no hay presos políticos. Por eso, cuando uno habla de por qué hacer esta obra hoy, cómo la resignifico en el presente, bueno yo la resignifico con la idea de que la responsabilidad social es nuestra, es del pueblo. No es de Dios. Creo que vale la pena decirlo, porque es una obra lábil de tomar y se puede mal interpretar. Acá hay una acusación muy concreta. Mi personaje plantea que nos hagamos cargo nosotros de lo que hacemos, en vez de ir a buscar espíritus y fantasmas.
J.C: –Mi personaje es Tituba, una mujer que viene de Barbados, es una esclava que el reverendo Parris trae de Barbados, junto con su marido. Es una mujer que hace conjuros, representa todos los saberes paganos.
L.E: –Mi personaje tiene 16 años y parece que el real, el histórico, tenía 14. Abigail tiene una relación clandestina con Proctor. Es interesante aclarar que ella no es sometida a esa relación y que en esa época, era común que una chica menor de edad estuviera con un hombre más grande. Lo condenable acá es que él es un hombre casado y con hijos. Si yo la tuviera que definir, para mí ella es una víctima más de esta sociedad enferma, que tiene conceptos errados. A ella la vuelven loca y llega al final de la obra como llega. Es la Madonna de la época. Yo tengo la imagen de que es un alma en pena, en zancos.
R.C: –Abigail es la transgresora de la época. Es la que rompe con todas las reglas del siglo XVII. Se enamora y no reprime ese deseo. Y nadie se lo permitiría en ese momento, mientras que Proctor se llena de culpa y así termina en la horca. Hay una frase que me parece fantástica y es: “Desdichado el país que necesita héroes.” Proctor es un héroe trágico.

–¿Encuentran referencias a la actualidad en esta obra?
L.E: –Yo pude traer fácilmente este pueblo al hoy. Si bien las costumbres y las formas de vida son otras, somos iguales que esa gente. Nos miramos nosotros antes que al otro, hay algo del egocentrismo e individualismo que habla de la naturaleza del ser humano y que está presente hoy. La necesidad de creer en algo, cómo se lastima la gente en pos de una ideología, acá no podías pensar diferente. La gente necesita creer en algo y estamos en 2012 y hay cosas que no cambian, porque están en la esencia del ser humano.
J.C: –De hecho, ahora vemos un regreso a la espiritualidad, como si fuera una moda, que se puede vincular con lo que pasa en la obra.
R.C: –Miller utiliza una historia concreta. Se puede contar Las brujas de Salem como si fuera un gran culebrón, la historia de un cuarentón que se enamora de una chica, porque él realmente está enamorado de esta adolescente. El está atravesado hasta último momento por la pasión. Y Miller toma esta historia para hablar de lo político y lo ideológico en una época concreta, que son los ’50 en los Estados Unidos, con el macartismo. En aquella época, el Dios se ponía al costado, hoy yo pongo al Dios en mí misma, porque creo que somos sagrados los seres humanos. Estamos muy alejados de ese Dios, que a mí me inculcó el colegio de monjas al cual yo fui y del cual me echaron. Yo quiero reconocer que nosotros somos dioses, que tenemos ese poder. Lo dijo el mismo Jesús, que estamos hechos a imagen y semejanza de él. Esta obra plantea el mensaje de que por decir la verdad te matan. Me preocupa una mala interpretación que se pueda hacer de esta obra. Creo que va a haber quien la utilice a su favor, pero no estamos viviendo una época de presos políticos, esa época ya la vivimos con la dictadura. Pero pueden decir lo que quieran, de hecho dicen lo que quieren.

Un hecho real llevado al cine por Miller
Las brujas de Salem es una de las obras más importantes de la dramaturgia de Arthur Miller. El autor estadounidense eligió un hecho real para hacer una denuncia política con respecto a lo que sucedía en su país en el momento en que la escribió, es decir, en 1952. La historia real está basada en lo que sucedió en Salem en la primavera de 1692. Salem era un pueblo teocrático, es decir, una asociación del poder estatal y el religioso, cuya función consistía en “mantener unida a la comunidad y evitar cualquier tipo de resquebrajamiento que pudiera facilitar su destrucción a manos de enemigos materiales o ideológicos”, según explica Miller. Así, el suceso real de unas niñas que bailaron desnudas y fueron acusadas de brujería, se utilizó como pretexto para iniciar una persecución política contra todos los que no adhirieran fielmente al pensamiento de la Iglesia. Esta persecución que terminó con varios muertos inocentes se denominó caza de brujas. Dice Miller: “La caza de brujas fue una manifestación extrema del pánico que se apoderó de todas las clases sociales cuando la balanza empezó a inclinarse a favor de una mayor libertad personal.”
Todos estos acontecimientos le fueron útiles a Miller para hacer una denuncia política concreta en el momento en que escribió esta obra. El autor se refiere al “macartismo” un término que se utiliza en referencia a acusaciones de deslealtad, subversión o traición a la patria sin el debido respeto por las pruebas o evidencias. Se originó en un episodio de la historia de los Estados Unidos que se desarrolló entre 1950 y 1956, durante el cual el senador Joseph McCarthy desencadenó un extendido proceso de delaciones, acusaciones infundadas, denuncias, interrogatorios, procesos irregulares y listas negras contra personas sospechosas de ser comunistas. Miller planteó esta obra como un alegato contra la intolerancia y el puritanismo.
Miller también se ocupó de hacer una versión cinematográfica de su obra, que se llamó El Crisol y se estrenó en 1996, con las actuaciones de Daniel Day Lewis y Winona Ryder y que fue dirigida por Nicholas Hytner. Si bien Miller siempre se opuso a llevar sus obras al cine, para esta pieza hizo una excepción. Dice el autor: “Me rendí ante la evidencia de que siempre había visto la historia de Las brujas de Salem como una sucesión de imágenes que tuve que traducir del lenguaje teatral. Fue una aventura salir de las limitaciones del escenario y entrar a las calles de Salem”.
Las brujas de Salem también fue adaptada al cine por Jean Paul Sartre en 1957 y fue llevada a la ópera en 1961.

El crecimiento de una ídola teen
Lali Espósito tiene 20 años y su personaje de Abigail en Las brujas de Salem representa su primera obra de teatro de texto. Aunque trabaja desde los diez años, Lali siempre participó en productos de Cris Morena, como Chiquititas y Casi Ángeles. “Yo no puedo creer lo que me está pasando, estar trabajando con estas actrices. Mi nombre está entre Julia y Rita en el cartel y me da vergüenza. Casi que no lo puedo creer. Desde muy chica la sigo a Rita, siempre tengo el deseo de hacer al menos un cuarto de lo que hace ella como actriz. También siempre admiré mucho a Belloso y estar en el escenario con él es muy importante”, cuenta.
A pesar de ser una figura de la televisión, Lali hizo una audición para quedar dentro del elenco de esta obra. “Después del cásting, me subí al auto y me puse a llorar, no lo podía creer. Era un llanto de emoción. Marcó un antes y un después para mí, no puedo creer que todos estos actores hayan puesto sus ojos en mí”, dice.
Lali decidió que Las brujas de Salem era una forma de generar un cambio en su carrera. “Si bien siempre estuve muy feliz con todos los proyectos en los que laburé, que eran acordes a mi edad y a ese momento mío, y siento que fue el mejor lugar donde pude estar; pero el cuerpo ya me estaba pidiendo otra cosa, parece una frase armada, pero es real. Yo estaba haciendo una escena, en la tira en la que estaba el año pasado (Cuando me sonreís) y tenía la sensación de que me faltaba algo”, explica.
Rita Cortese también se ocupa de destacar el trabajo de esta joven promesa. “Lali tiene una postura fantástica frente al trabajo y de una gran valentía. Está parada frente al trabajo de una forma que a los 20 años no es usual, no es nada complaciente, lo cual a mí me fascina y dice algunas cosas frente al trabajo, que muchos actores de enorme trayectoria no dicen. Defiende su trabajo y el de todos. Por otro lado, afronta este personaje que es muy difícil, en su momento lo hizo Alicia Bruzzo y tenía 30 años, no 20. Así que el desafío para ella es enorme.”

Fuente: Tiempo Argentino.

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